viernes, 29 de agosto de 2008

Ya lo conocéis pero lo ponemos y hacemos una colección

GUÍA DE UN CANTANTE CORAL PARA MANTENER AL DIRECTOR A RAYA
- Nunca esté satisfecho con la entrada del comienzo.
Si el director utiliza un instrumento de aire, insista en su preferencia por el piano - y viceversa. - Quéjese por la temperatura del cuarto del ensayo, de la iluminación, de la carencia del espacio, o de las corrientes de aire.
Es mejor hacer esto cuando el director está nervioso. -
Cuanto más cómodamente sentado esté usted, mejor cantará. -
Entierre su cabeza en la partitura justo antes de los fragmentos importantes. -
Pida un cambio de la re-audición o del asiento. Pida a menudo.
Dé la impresión que usted está a punto de abandonar, de que ya no puede más.
Haga saber sutilmente al director que usted le está haciendo un gran favor personal al quedarse. - Aclare su garganta ruidosamente durante las pausas (los tenores se entrenan para hacer esto de nacimiento).
Los pasajes instrumentales tranquilos son una buena oportunidad para sonarse la nariz. -
Un buen rato después de que un pasaje haya acabado, pregunte al director si su La menor estaba afinado. Esto es especialmente eficaz si no tenía una La menor o no le tocaba cantar en ese momento. -
Espere hasta bien entrado un ensayo antes de decirle al director que usted no tiene partitura. - En los momentos más dramáticos de la música (mientras el director se emociona bestialmente) encárguese en ir marcando su parte torpemente de modo que el clímax suene vacío y decepcionante. -
Mire su reloj con frecuencia. Sacúdalo con incredulidad de vez en cuando. -
Siempre que sea posible, cante su parte una octava o por encima o por debajo de lo que está escrito. Éste es un excelente entrenamiento del oído para el director. Si él se diera cuenta, niéguelo vehemente y dígale que lo que seguramente ha oído son los armónicos. -
Dígale al director, "no estoy seguro del ritmo" Los directores son siempre muy sensibles sobre su "técnica de batuta", así que desafíela con frecuencia. -
Si comete algún error mientras canta, coméntelo antes de que el director pueda hacerlo, le estará muy agradecido. -
Si está usted cantando en un idioma poco familiar para el director, hágale tantas preguntas como sea posible acerca del significado de palabras individuales.
De vez en cuando, diga la palabra dos veces y pida su preferencia en la pronunciación, asegurándose decirla exactamente ambas veces. Si él insiste en su semejanza, échele una mirada de completo desprecio y murmure en voz baja sobre las "sutilezas de la inflexión". -
Pregunte al director si él ha escuchado la grabación de la pieza que se está ensayando hecha por Bernstein. De algún modo le está sugiriendo que él podría aprender una cosa o dos de ella. También es bueno preguntar "¿es la primera vez que usted dirige esta pieza?" -
Si su canto difiere del de los otros que cantan en su misma cuerda, manténgase firme en el suyo. No pregunte al director cuál es el correcto, hasta estar entre bastidores justo antes del concierto. - Si ha de explicar alguna cosa a su compañero de al lado, hágalo cuando el director dé la entrada. - Cuando se haga la hora en punto de finalizar el ensayo, levántese y márchese. - A
ntes de cada concierto, cuestione si el repertorio es el adecuado. -
No lo dude, insista en llevar su atril al concierto. -
Por último, recuerde - más piano = más lento

LAS SOPRANOS
Son las que cantan las notas más altas, y a causa de esto piensan que gobiernan el mundo. Tienen el cabello más largo, las joyas más imaginativas, y las faldas más llamativas que nadie, y se consideran insultadas si no se las permite ir por lo menos a un Fa alto en cada movimiento de cualquier pieza asignada. Cuando llegan a las notas altas, aguantan al menos la mitad más de la largura que el compositor y o/el director requiere, y entonces las ves quejarse de que sus gargantas están matándolas y que el compositor y el director son unos sádicos. Las sopranos tienen actitudes variadas en cuanto a las otras secciones del coro, aun cuando las consideran a todas ellas inferiores. Las contraltos son para las sopranos algo así como los segundos violines a los primeros violines - agradables de armonizar entre ellos, pero no realmente necesarios. Todas las sopranos tienen un sentimiento secreto de que las contraltos podrían desaparecer y la pieza sonaría esencialmente igual, y no entienden cómo alguien puede cantar en este rango, que es tan aburrido. Por otro lado, a los tenores puede ser muy agradable y placentero tenerlos alrededor; además de las posibilidades de flirtear con ellos (es un hecho bien conocido que las sopranos nunca flirtean con los bajos), a las sopranos les gusta cantar duetos con los tenores porque todos los tenores están trabajando muy duro, reventándose para cantar en un rango de soprano bajo-medio, mientras las sopranos están allá arriba en la estratosfera, haciéndose notar a base de bien. Para las sopranos, los bajos son la escoria de la tierra - cantan demasiado condenadamente fuerte, son inútiles para afinar porque ellos están abajo en tan bajo, pero taaaan tan bajo rango- y, en cualquier caso, algo ha de haber de malo con alguien que sólo canta en clave de Fa.
LAS CONTRALTOS
Son la sal de la tierra (en su opinión, al menos). Las contraltos son gente modesta, que iría en vaqueros a los conciertos si les estuviera permitido. Las contraltos ocupan una posición única dentro la coral, dentro la cual son incapaces de quejarse por tener que cantar tanto muy alto como muy bajo, y saben que todas las otras secciones piensan que sus partes son ridículamente fáciles. Pero ellas saben que no es así. Saben que mientras que las sopranos se están desgañitando al límite en un La alto, ellas están obligadas a cantar pasajes complicados plenos de sostenidos, bemoles y trucos de ritmo, y nadie lo nota porque las sopranos están cantando demasiado fuerte (y los bajos normalmente también). Las contraltos sienten un profundo, secreto placer de conspirar juntas para desafinar a las sopranos. Las contraltos tienen una desconfianza innata de los tenores, porque los tenores cantan en casi el mismo rango y se piensan que suenan mejor. Los que les gustan a ellas son los bajos, y disfrutan cantando duetos con ellos - los bajos suenan justamente como un rumor, en cualquier caso, y es el único momento en el cual las contraltos pueden ser realmente escuchadas. Otra queja de las contraltos es que son siempre demasiadas y así nunca consiguen cantar realmente a todo volumen.
LOS TENORES
Son unos niñatos consentidos. Esto es todo. Para unas cosas, nunca son lo suficiente, y los directores de corales antes venderían sus almas que permitir marchar a un tenor medianamente decente, mientras están siempre dispuestos para librarse de unas cuantas contraltos a mitad de precio. Y entonces por este motivo, los pocos tenores que hay son siempre realmente buenos - es uno de estos fastidiosos hechos de la vida. Así no es extraño que los tenores vayan siempre como pavos hinchados –Después de todo, ¿quién más puede hacer desmayarse a las sopranos? La única cosa que puede hacer a los tenores inseguros es la acusación (normalmente por los bajos) que alguien que canta tan alto posiblemente no puede ser un hombre de verdad. En su habitual estilo perverso, los tenores nunca reconocen esto, sino que lo más que hacen es quejarse de que el compositor sea un sádico, y los haga cantar a tan condenada altura. Los tenores tienen también una relación de amor-odio con el director, porque el director siempre les está diciendo que canten más fuerte porque son tan pocos. Ningún director en la historia conocida ha pedido jamás menos tenores en un pasaje forte. Los tenores se sienten amenazados de alguna manera por todas las otras secciones - las sopranos porque ellas pueden golpear estas notas increíblemente altas; las contraltos porque ellas no tienen problema por cantar las notas que los tenores se matan para cantar; y los bajos porque, aunque ellos no pueden cantar nada más allá de un Mí, cantan lo suficiente fuerte como para ahogar a los tenores hasta dejarlos exhaustos. Naturalmente, los tenores preferirían morir antes que admitir nada de todo esto. Es un hecho muy conocido que los tenores mueven sus cejas más que nadie mientras cantan.
LOS BAJOS
Cantan más bajo que nadie. Esto básicamente lo explica todo. Ellos son impasibles, fiables, seguros, y tienen más pelo facial que nadie. Los bajos se sienten perpetuamente no reconocidos pero tienen una profunda convicción de que ellos son realmente la parte más importante (una visión avalada por musicólogos, pero no, ciertamente, por sopranos o tenores), pese al hecho de que ellos tienen la parte más aburrida de todas, y a menudo cantan la misma nota (o en inacabables quintetos) durante una página entera. Ellos compensan todo esto cantando tan fuerte como pueden – la mayor parte de los bajos son músicos de tuba en su corazón. Los bajos son la única sección que puede quejarse normalmente por lo baja que es su parte, y hacen caras horribles cuando intentan golpear notas muy bajas. Los bajos son gente caritativa, pero su caridad no se extiende a los tenores, a quienes consideran presumidos decadentes. Los bajos odian afinar con los tenores más que cualquier otra cosa. A los bajos les gustan las contraltos - excepto cuando hacen duetos y las contraltos obtienen la parte buena. Respecto de las sopranos, están sencillamente en un universo alternativo que los bajos no comprenden en absoluto. Ellos no pueden imaginar cómo es que exista en el mundo alguien que quiera cantar siempre tan alto y sonar tan mal cuando se equivocan. Cuando un bajo se equivoca, las otras tres secciones lo cubrirán, y puede continuar felizmente su camino, a sabiendas de que alguna vez, de alguna manera, acabará llegando hasta la parte más profundamente abismal del acorde.

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